Historias de Relajación- Una Tonelada de Arroz
Una mujer que deseaba vivamente
encontrar la paz en medio de
sus quehaceres domésticos de esposa y madre,
acudió al sabio Yang Zhu y le rogó
le instruyera lo más rápidamente posible
para alcanzar la iluminación enseguida
y poder volver a su hogar con el ánimo ecuánime,
ya que tenía plena fe en que, una vez
liberada su mente de esa ilusión que es la vida,
podría dedicarse plenamente a sus deberes
sin que éstos turbaran
en manera alguna su espíritu.
Sabía que esto era así, y estaba dispuesta a hacer
todo lo que se le dijera para llegar a la liberación
interior en el breve tiempo que disponía.
El sabio respondió:“Genuino es tu deseo,
y ésa la primera gran condición para alcanzar
el fruto del espíritu. Pero también hace falta
cierta instrucción y ciertas prácticas que puedo ir
enseñándote poco a poco en ratos breves,
según tengas tiempo para venir a verme.
Junto con el gran deseo, la gran paciencia
es también requisito indispensable
para la iluminación.
Me has dicho que tienes un hijo.
En toda su vida tu hijo llegará a comerse
una tonelada de arroz. Pero, ¿qué pasaría si le haces comer todo ese arroz
de una vez?
No le haría bien, sino daño.
Aprende a tener gran deseo y ninguna prisa.
Vuelve cuando así lo desees”.
Una mujer que deseaba vivamente
encontrar la paz en medio de
sus quehaceres domésticos de esposa y madre,
acudió al sabio Yang Zhu y le rogó
le instruyera lo más rápidamente posible
para alcanzar la iluminación enseguida
y poder volver a su hogar con el ánimo ecuánime,
ya que tenía plena fe en que, una vez
liberada su mente de esa ilusión que es la vida,
podría dedicarse plenamente a sus deberes
sin que éstos turbaran
en manera alguna su espíritu.
Sabía que esto era así, y estaba dispuesta a hacer
todo lo que se le dijera para llegar a la liberación
interior en el breve tiempo que disponía.
El sabio respondió:“Genuino es tu deseo,
y ésa la primera gran condición para alcanzar
el fruto del espíritu. Pero también hace falta
cierta instrucción y ciertas prácticas que puedo ir
enseñándote poco a poco en ratos breves,
según tengas tiempo para venir a verme.
Junto con el gran deseo, la gran paciencia
es también requisito indispensable
para la iluminación.
Me has dicho que tienes un hijo.
En toda su vida tu hijo llegará a comerse
una tonelada de arroz. Pero, ¿qué pasaría si le haces comer todo ese arroz
de una vez?
No le haría bien, sino daño.
Aprende a tener gran deseo y ninguna prisa.
Vuelve cuando así lo desees”.
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